LA EDUCACION EN EL CAPITALISMO


Como sabemos, todo proceso histórico tiene sus transformaciones en lo político, social, cultural, etc. Por supuesto, la Educación no queda exenta de esto, si tomamos en cuenta que el sistema educativo (en este caso la universidad) es un claro reflejo de la sociedad y de sus contradicciones.
La educación en el capitalismo siempre se ha encontrado en manos de la burguesía, con el objetivo de seguir preservando el sistema y reproduciendo la ideología dominante. El periodo manufacturero del capital trajo consigo la destrucción de las formas de estudio que se habían dado en el feudalismo, paralelamente y, como en la sociedad se estaba dando la división del trabajo –separación entre el trabajo manual y el trabajo intelectual-, con la industrialización, la Educación también se volvió parcelada y sectorial.

Así como el desarrollo de la gran industria iba necesitando mano de obra calificada, el estado burgués fue necesitando profesionales que estuvieran al servicio de éstos para desarrollar la tecnología y la industrialización, apoyada en esto, la burguesía fue formando las capas medias y educando a las clases populares, quienes al adquirir un grado más elevado de educación pudieron observar el mundo con otros ojos, transformándose en un peligro para la clase dominante, la educación se transformaba en una contradicción, como lo decía Tomas Vasconi: “La burguesía no puede sino sustentar una actitud contradictoria respecto a la educación masiva. Por una parte requiere cada vez más que ésta se desarrolle y difunda como condición del desarrollo y explotación más provechosa de la fuerza de trabajo (...) pero por otro lado, necesita evitar los efectos negativos que -desde el punto de vista de sus intereses objetivos de clase- tendría una elevación demasiado grande de los niveles educativos del proletariado”.

Por ejemplo en chile con la elección de los gobiernos demócrata cristianos (Eduardo Freí M1964-1970) y principalmente con la elección de la unidad popular (Salvador Allende G. 1970-1973), la educación se visualizó como una de las reformas democráticas más importantes.

A partir de 1968, desde la universidad católica de Valparaíso, extendiéndose por todo el sistema universitario nacional, se produjo una mayor participación democrática de estas (participación de los estudiantes en la elección de los docentes de la universidad), aumentó el ingreso de estudiantes a la universidad, orientó las investigaciones y las guiaron hacia las necesidades y cambios de la sociedad. Estos procesos se dieron bajo los movimientos universitarios de la década (mayo francés, y principalmente bajo la reforma universitaria de Córdoba en la década de los 30).

Bajo el gobierno de la unidad popular se diseñó la propuesta de la escuela nacional unificada, esta propuesta trataba principalmente acabar la inmensa brecha económica que había en la educación, sin embargo esta trajo mucha polémica en los sectores opositores, ya que no defendía los intereses de los poderosos y ricos del país, no tuvo tiempo de ser rebatida ni implementada a causa del golpe militar.

Ya con el gobierno militar, se termina por privatizar completamente la educación, y se vuelve completamente mercantil, ya que esta tenía que estar acorde con el neoliberalismo implantado por la dictadura. Con la constitución de 1980, Augusto Pinochet Ugarte legitima la privatización de la educación, ya que pasa todo a manos de privados y hace que el estado sea solo un mero subsidiario de la educación, municipalizando la educación primaria y secundaria, con una serie de leyes que rigen al alero de su constitución, como la LOCE ( fue implantada un día antes de que asumiera el presidente de la democracia cristiana 10-03-1990), en la cual está estimula un cambio total en las mallas educativas, sus planes, programas, etc.

La educación Universitaria, por un lado, reproduce la ideología dominante, creando profesionales al servicio del capitalismo, y por otro lado, se ha convertido en una mercancía, o sea que es susceptible a ser cambiada por otra mercancía (dinero). El sistema educacional genera profesionales no en proporción de cuantos necesita la sociedad, si no según cuantos millones necesitan los bolsillos de los dueños de las universidades (empresarios). La universidad funciona como una industria que sólo genera mercancía en beneficio del bolsillo del empresario.

Al acceder a la educación superior, el estudiante aumenta el valor de su fuerza de trabajo, esto quiere decir que en el mercado su trabajo tiene mayor precio. Pero a causa de la sobreproducción de profesionales, consecuencia de la facilidad que existe para crear universidades, y la flexibilidad con que los bancos dan créditos a los estudiantes, ha provocado para el mercado laboral una enorme oferta de profesionales, mayor de la que el sistema capitalista necesita realmente, generando un aumento en la tasa de desocupación del país, dispuestos a vender su fuerza de trabajo cada vez más barata, disminuyendo su precio real.

LA EDUCACIÓN EN EL CAPITALISMO Y SOCIALISMO
Posiciones ideológicas, políticas y educativas de Mariátegui y Freyre
¿Educación para el progreso y la emancipación o para el atraso y la opresión?
Cuando conceptualizamos a la educación, en cualquier parte del planeta, coincidimos en precisar que ante todo es un proceso de formación integral de la personalidad humana en lo que hace al desarrollo de capacidades y potencialidades intelectuales, morales, artísticas y físicas en un determinado contexto económico, social y político y en aras de contribuir a la misión de la ciencia: El progreso y bienestar de la humanidad.

Cuando contrastamos lo enunciado con el proceso de “formación” en un contexto social, sea cual sea este, concluimos que lo definido no es así, por cuanto la “educación” suele viabilizarse en forma incompleta, ya que no ensambla la integralidad que hace al ser humano, y, al ser subordinada a la sociedad mercantilizada-consumista pierde su esencia humana.

Así entra en conflicto con el progreso y bienestar de la sociedad, pues se pone al servicio de la clase dominante en contra de las otras, es más, deviene en una poderosa y destructiva arma contra las demás clases sociales dominadas. Eso es lo que acontece en casi todo el mundo. La realidad, con creces, se encarga de ponerla de manifiesto. La educación capitalista, quiérase o no admitir, en su esencia lleva al atraso y con ella a la opresión. Expresión irrefutable de esto lo constituye la crítica realidad que agobia a la mayor parte de la humanidad.
La alienación y enajenación adormece al ser humano llevándolo a pasmosos niveles de insensibilidad social y carencia de solidaridad humana ante crueles hechos. En pleno tercer milenio e impresionante desarrollo científico-tecnológico la humanidad entera enfrenta inauditas atrocidades. Destacamos algunas de ellas:
- Más de la mitad de la población mundial se encuentra entra la pobreza y la indigencia.
- La cuarta parte de los seres humanos -casi 1,700 millones- carece de servicios básicos como salud, educación, vivienda, agua potable, alcantarillado y energía eléctrica.
- La quinta parte es analfabeta y la tercera es analfabeta funcional.
- Las potencias capitalistas más “desarrolladas” junto a sus minúsculos grupos de poder económico diseñan y ejecutan el presente y futuro catastrófico de la humanidad.
Los guía el reparto del mundo, las conquistas de nuevos mercados y el saqueo de recursos naturales. Esa avaricia y la decadencia en la que se encuentran los obliga a suministrarse de recursos energéticos gravitantes por lo que desatan “sanciones”, “campañas”, “coaliciones internacionales” que desembocan en guerras injustas como invasiones flagrantes contra naciones oprimidas. He ahí los casos de África, Irak, Afganistán y en perspectiva inmediata Irán, Venezuela, Nicaragua, Bolivia, etc. La injusticia e irracionalidad es tal que acontecimientos sórdidos como los que periódicamente se ejecutan contra Palestina son considerados “justificables” por la “Comunidad Internacional” y por organizaciones que deberían “precautelar” la paz mundial.

- Muchos gobernantes e individuos de poder económico y político están comprometidos con mafias de tráfico de drogas y armas, con paramilitares, sicarios, con empresas contaminadoras y destructoras del medio ambiente, etc. Además suelen ser impulsores de la violación indiscriminada de los derechos de los pueblos convirtiéndose en coautores de genocidios y otros crímenes de lesa humanidad. Ejemplos los hay en abundancia, basta señalar: Estados Unidos, México, Colombia, Perú, etc.
- Mientras el mexicano Carlos Slim, es el hombre más rico del mundo, paradójicamente ese pueblo arrastra un nivel de pobreza y extrema pobreza que fácilmente supera el 70%. El sistema está tan corroído que las mafias forman parte de las instituciones del Estado y produce vastas matanzas, secuestros a lo largo y ancho del país. Miles de mexicanos arriesgan su vida diariamente por cruzar el “muro de la vergüenza” de EE.UU. y conseguir mejores condiciones de vida.

Las anteriores referencias nos obligan a preguntar: ¿Qué sucede con la educación que ante la tormentosa realidad descrita poco o nada sirve para transformarla? La educación en tanto expresión dinámica del conocimiento científico, insoslayablemente debería servir para diagnosticar la adversa realidad, para luego interpretarla, identificar sus causas primigenias y solucionar lo inicuo. Eso es una educación creadora, científica, democrática y esencialmente humanista.

Lo conocido hoy como “educación”, es en los hechos instrucción; en tanto portadora de ciertos saberes pragmáticos, cultivadora y exacerbadora de individualismo enfermizo y gestora de ciertas habilidades psicomotoras para formar individuos tecnocráticos funcionales al orden existente y sus iniquidades, por ende desprovistos de humanidad. En consecuencia, se tiene una educación en severa crisis que deshumaniza al hombre y con ello lo hace proclive al salvajismo globalizador.

¿Qué implica la educación en una u otra sociedad?
La educación es una herramienta que sirve a determinados intereses de tal o cual sistema, ya que impone y propaga la ideología de la clase que detenta el poder en función de sus objetivos económicos, sociales y políticos. En consecuencia, mientras la educación capitalista prepara los recursos humanos que la sociedad de consumo demanda, de igual forma la educación socialista forma a los recursos humanos que su revolución social necesita. El capitalismo concede honores, grados y títulos a aquellos que se alinean en su dinámica.

La educación en el discurrir de la historia
El correr de la historia muestra la creciente importancia que reviste la educación en la marcha de la humanidad, sea en su atraso o progreso. Esto corrobora el inapreciable papel de la educación al servicio de las clases dominantes durante los modos de producción cimentados en la propiedad privada y, por ende, en las sociedades escindidas en clases sociales contrapuestas, a saber: El Esclavismo, Feudalismo y el Capitalismo.

En el capitalismo la educación ha devenido, por su eficacia, en un decisivo aparato para la reproducción del sistema y sus relaciones imperantes en la enajenación objetiva-material y alienación subjetiva-mental de buena parte de quienes son sujetos de la misma. Quienes no acceden formalmente a ella no se protegen, pues también son participes a través de los “medios de comunicación social” y el conglomerado de telecomunicaciones electrónicas que resultan más prolíficas gracias a su cobertura, contenidos sugestivos -rigurosamente diseñados- y el lenguaje subliminal del que se valen.

Hasta hoy, por ejemplo, queda al desnudo que en el capitalismo la educación, en tanto una de las formas de la conciencia social, ha sido cuasi perfectamente subordinada a los objetivos de la estructura económica de la sociedad y sus relaciones de desigualdad que se desprenden, y, que se manifiestan como relaciones de explotación que conlleva, a su vez, a relaciones de opresión política y discriminación sociocultural.

El siglo XX es fecundo y aleccionador por sus vastas experiencias económicas, sociales jurídicas y políticas y científico-tecnológicas. Por supuesto que también en lo ideológico, específicamente en lo filosófico, educativo, cultural, artístico, etc. Este siglo deja de manifiesto, por una parte, que el modo de producción capitalista en su esencia se muestra como depredador de la humanidad.

En ese contexto se tiene el desarrollo y consolidación del capitalismo. Nos referimos a la época del imperialismo -era de los monopolios, las multinacionales- que implica colusión y pugna entre las potencias capitalistas. Intereses atizados entre las mismas que conducen a injustas y devastadoras guerras mundiales por el reparto del mundo, así como a la apropiación y despojo de los recursos naturales de las naciones oprimidas y pueblos del mundo.

Tanto el capitalismo como el socialismo han removido no sólo las estructuras de la sociedad sino también su superestructura. Ambos sistemas comprendieron bien la preponderancia de la educación y la asumieron como vehículos de “deformación” y “formación” de los seres humanos en función de sus objetivos inmediatos y mediatos.

Aquí se ajusta el enunciado que “en una sociedad de clases todas las ideas sin excepción llevan un sello de clase”, es decir que al estar las sociedades divididas en clases sociales y al regirse en las mismas, la dominación se presenta en todos los espacios de una sobre las otras; por ende, necesariamente las ideas y opiniones se orientan a lo que esgrime una u otra clase social, es decir no habría neutralidad o apoliticismo. Esto, en buena medida, estaría respaldado en lo sostenido por Aristóteles, a decir de Marx: el “pensador más grande de la antigüedad”, que “el hombre es un animal político” en la medida que su pensar y actuar es social, puesto que está asociado a la política en tanto se involucra con otros y se orienta a la satisfacción de sus múltiples necesidades y resolución de problemas de diversa índole.

Esta última parte nos ayuda a comprender mejor el papel de los intelectuales, quienes en su mayoría, en tanto pequeña burguesía, suelen ser oscilantes según el momento político y la correlación de fuerzas. La realidad es que los letrados tienden a aspiraciones acomodaticias y suelen amoldarse al sistema y eso a la postre los hace conservadores y funcionales acérrimos al sistema. Una minoría de ellos, los más conscientes y sensibles a las clamorosas necesidades de la época y provistos de posición de clase, es la que asume posiciones y compromisos más resueltos. La historia de nuestros países y la del planeta respalda irrebatiblemente lo aseverado hasta acá.

LA EDUCACIÓN EN EL CAPITALISMO
Carlos Marx(2) criticó a la educación capitalista afirmando que si bien en un primer momento se presentó como “civilizatoria y democratizadora” del conocimiento científico, con el correr del tiempo, debido a los mezquinos intereses que perseguía, se convirtió en alienante y deshumanizadora. Asimismo, sostuvo que la educación al ser un instrumento de la lucha de clases, viabiliza saberes impregnados de un hondo carácter de clase.

En la marcha de la historia las clases dominantes monopolizaron la educación en función de sus objetivos e intereses, despojando a las otras clases explotadas de su pleno derecho a la educación. El siglo XXI remacha esta situación.
El sistema capitalista y su expresión neoliberal considera que la explotación y opresión, así como sus efectos: La pobreza, miseria y exclusión son cuestiones “atribuibles a cada individuo” eximiendo, por consiguiente, a las imperantes condiciones materiales de existencia y sus injustas relaciones sociales.

Sin duda que toda esta parte está enmarcada en el ya supuestamente superado darwinismo social que se sustenta en la "supervivencia del más apto". A decir del capitalismo neoliberal “supervivencia del más competitivo", es decir, del más oportunista, astuto y servil.

En términos generales el capitalismo ha reducido la educación a cuestiones operativas básicas como leer y escribir; sumar, restar, dividir y multiplicar; ciertas habilidades y destrezas domésticas y técnicas; conocimientos generales conocidos como “cultura general”. A nivel superior ha logrado incorporar nuevos conocimientos y prácticas científicas pero en forma sesgada, ya que son direccionadas a la “formación” de los técnicos y profesionales para insertarse al cada vez más competitivo mercado y cumplan tareas funcionales al sistema. Hasta acá esto resulta hasta cierto punto lógico, sin embargo ha soslayado, premeditadamente, una serie de cuestiones vitales que caracterizan a una verdadera educación orientada a la integralidad del ser humano.

Esa es la esencia del problema. ¿De qué sirve que se cuente con letrados cuando estos asumen posiciones retrogradas ante la injusta realidad circundante?, ¿Cuán importante puede resultar el desarrollo científico-técnico si es convertida en una mercancía distante de las necesidades del progreso y desarrollo de la humanidad? ¿Qué tipo de formación educativa es esa cuyos “recursos humanos capacitados” resultan indiferentes a la crítica realidad? ¿Será posible hablar de “educación”, “desarrollo intelectual”, “comportamiento científico”, “excelencia académica”, etc., cuando en la práctica casi la totalidad de los “educados” o “instruidos” asumen prácticas complacientes con el orden establecido y las monstruosidades de éste a nivel nacional y mundial?

Estamos cuestionando esa jactanciosa “formación” porque suele estar al margen no sólo de valores humanos sino también de compromisos sociales. ¡El capitalismo no sólo depreda al hombre de su humanidad, sino también pone en ascuas a la sociedad y al mismo planeta! Todo esto se ve facilitado por la contundencia de “Los aparatos ideológicos del estado”, puesto que todos quienes formamos parte de una sociedad, de una u otra manera, acabamos sumergidos en lo que se digita para con nosotros, por lo que seremos moldeados sutilmente acorde a lo que requiere el sistema.

Acá, todo es motorizado por la línea ideológica y política de la clase dominante, así como se instala toda la maquinaria de instituciones, organizaciones –estatales y no- de individuos para garantizar el logro de esta gigantesca y preciada labor. Por cierto que no sólo concurren los letrados sino también los iletrados. Los denominados poderes del Estado, a la cabeza de su columna vertebral: Las Fuerzas Armadas y Policiales, quienes coercitivamente se encargarán de su puesta en marcha. Eso es lo que ocurre en nuestras sociedades. Todo está muy bien organizado, mejor dicho digitalizado. Así, las injusticias acontecen como algo natural, por tanto, se presentan como inevitables e inherentes a la sociedad humana. Así, todos los efectos producidos por las crecientes desigualdades resultan legítimas y necesarias, pues ¡cada quien forja su presente y futuro! Como si los seres humanos no fueran eminentemente sociales. Se pretende cercenar su esencia de ser social y reducirlo a ser gregario. Eso se hace a diario con los luchadores sociales también conocidos como los mejores hijos de los pueblos. El quehacer educativo, suele estar acompañado por nociones supersticiosas, esotéricas y fatalistas con lo que se aliena y enajena a los individuos.


¿Cómo se concreta y viabiliza lo anteriormente afirmado? Así como los mal llamados medios de comunicación trabajan con sutileza sus contenidos y mensajes alienantes; la educación formal hace lo propio a través del "Curriculum Oculto", por cuanto su estructura de formación “manipuladora” y “domesticadora”, es ejecutada para encubrir los verdaderos objetivos de la clase expoliadora.

POSICIONES EDUCATIVAS DE MARIÁTEGUI Y FREYRE
Dos grandes personajes latinoamericanos también se encargaron de abordar el problema de la educación. Lo hicieron tanto en el contexto capitalista como en el socialista. Ambos, consecuentes con sus concepciones del mundo y posiciones, esgrimen importantes planteamientos, así como tareas. Precisemos algunas de ellas:

Mariátegui es categórico al manifestar que “El Estado… no puede renunciar a la dirección y al control de la educación pública”. Además de poner en claro que el Estado se constituye en un órgano de opresión al servicio de la clase dominante, ineludiblemente también debe hacerse cargo de la educación en “función de conformar la enseñanza con las necesidades de esta clase social”. Así, tanto la educación pública como la privada han dependido de la burguesía.

Mariátegui asigna un decisivo y trascendente papel a los maestros comprometidos con la historia y su progreso ¿Cuál? Sostiene que los educadores deberían reorganizar la nueva enseñanza y para aquello necesariamente tienen que saber, moverse y funcionar como un sindicato. Además deben comprender la solidaridad histórica por lo que deben unir sus fuerzas y acciones con otros sindicatos para transformar todo el orden social. En esa dirección el maestro no debería reducir su existencia y accionar a la mera supervivencia sino que, ante todo, debería servir a la edificación de una nueva sociedad.

Al analizar las condiciones de vida a la que es sometido el maestro, en nuestras sociedades, precisa que éste es condenado a una “condición miserable y humillada”, así lo condicionan para conservar su puesto y renunciar a su dignidad intelectual y espiritual. Mariátegui, consecuente con su confesión de ser marxista-leninista, plantea: “Sólo el socialismo puede resolver el problema de una educación efectivamente democrática e igualitaria… El régimen educacional socialista es el único que puede aplicar plenamente y sistemáticamente los principios de la escuela única, de la escuela del trabajo, de las comunidades escolares y, en general, de todos los ideales de la pedagogía revolucionaria contemporánea, incompatibles con los privilegios de la escuela capitalista, que condena a las clases pobres a la inferioridad cultural y hace de la instrucción superior el monopolio de la riqueza”.

Freyre al igual que Marx y Mariátegui asume expresivamente una posición y elocuentemente deja en claro que «la educación es una práctica de naturaleza política». Sus planteamientos se sintetizan en que la educación tal como está organizada y se desenvuelve es ejercida sobre la conciencia dominada. He ahí su carácter opresivo. ¿Ante eso qué corresponde? Liberarse a través de la concientización, el diálogo y comprometerse con una nueva educación para servir a las masas populares y construir una sociedad más justa. Para él la educación debería permitir conocer reflexivamente la realidad y asumir compromisos rumbo a su transformación. ¿Qué se requiere? Hacer de la educación un instrumento para concientizar y movilizar individuos que sirvan al cambio.

En consecuencia, la educación debe contribuir a que maestros y estudiantes sean conscientes de su realidad y forjadores de su propia historia. La educación debe estar al servicio del fortalecimiento de las organizaciones populares. Las injusticias son a causa del capitalismo y el sistema escolar sirve como reproductor del injusto orden social. Sostiene que el socialismo será superador de las injusticias e inequidades.

El sistema capitalista está sustentado por una superestructura que generan las condiciones para darle continuidad al mismo. Esta superestructura gracias al carácter globalizador del sistema es general en todo el mundo exceptuando las naciones en las cuales existe una experiencia socialista.

¿Cómo excluye el sistema educativo?
Generando mecanismos pedagógicos unidireccionales, es decir la interacción entre Profesor-Alumno resulta nula, ya que el profesor es presentado como “ser supremo” conocedor de todo, planteando la educación como un proceso de vació de información en los cerebros de niños, niñas y jóvenes sin darle la menor importancia a la capacidad de crítica y análisis que puedan generar estos individuos en la sociedad, promoviendo el falso apoliticismo, el individualismo y la competencia innecesaria entre los estudiantes, para demostrar quién puede lograr mejor nota coaccionando así cualquier iniciativa de solidaridad entre los seres sociales que interactúan entre sí dentro de las diversas instituciones educativas.

Presentando la división social del trabajo en la cual el mismo es separado entre el trabajo intelectual y el trabajo manual; asumiendo que los estudiantes que siguen los patrones de conducta implantados por el sistema en la educación desarrollaran el trabajo intelectual y los que se resisten a seguir dichos patrones desarrollaran el trabajo manual; resultando estos últimos excluidos del sistema educativo porque la escuela o la universidad no se adapta a sus necesidades sino que por el contrario estos individuos son los que se tienen que adaptar a las necesidades de los claustros educativos y por ende trae como resultado el abandono de la educación y su inserción en la vida socio-productiva de la nación.

CONCLUSION
En conclusión las instituciones educativas sirven en este y todos los sistemas educativos ligados al capitalismo, como simples entes en los cuales se les muestra a los ciudadanos a seguir patrones de producción es decir que desde el pre-escolar y la escuela básica cuando se nos indica que la hora de recreo llegó con un timbre, tal cual como se les indica a los trabajadores de las empresas que su hora de descanso ha llegado.

Cuando se nos impone competencias dentro del aula de clase y se premia gracias a las mismas a los estudiantes capaces de aprender sin ningún tipo de análisis de los textos y contenidos que el programa educativo plantean, (así, como se inicia una competencia entre distintas fabricas por la dominación de un mercado planteando la teoría darwiniana de “la supervivencia del más fuerte sobre el más débil”, es decir el más apto) implementando el egoísmo egocéntrico entre los individuos que interactúan en las aulas frustrando todo sentimiento de compañerismo y solidaridad que en el compartir diario puede surgir.

Es decir que el papel de la escuela en el sistema capitalista es en todo caso reconocer a los individuos que le pueden y le van a dar continuidad al sistema para desarrollarlos y garantizarle su supremacía por encima de otros que se plantean desde el inicio educativo como seres críticos capaces de transformar las contradicciones y desigualdades sociales, porque consideran al ser humano como lo primordial para que exista un desarrollo armónico entre los individuos y la naturaleza.

El sistema socioeconómico de producción condiciona, en un grado u otro, hasta los últimos aspectos de nuestras vidas, desde nuestras relaciones personales y profesionales hasta nuestra relación con nuestro entorno natural y nuestra salud. Sin duda, el sistema educativo no permanece al margen de esta influencia.
Como no podía ser de otra manera el sistema educativo actual ha sido y es moldeado por los capitalistas para que responda a sus intereses competitivos de acumulación insostenible social y medioambientalmente. Ya desde los inicios del capitalismo, el sistema educativo feudal controlado por las iglesias pasó a ser controlado por la burguesía como herramienta para la formación de una clase trabajadora dócil y relativamente bien formada para desempeñar funciones profesionales muy determinadas. Conjuntamente, la clase trabajadora luchó por un sistema educativo universal para todos y todas que acabara con las desigualdades sociales y formara a una ciudadanía consciente, crítica y socialmente responsable.

A lo largo de la historia, el sistema educativo ha estado influenciado de modo dialéctico por la clase capitalista y la clase trabajadora. Esta lucha de clases por el control de la educación, vista como un arma para el modelado de la sociedad, continúa actualmente.

"El sistema reproduce la estructura social. Las familias de rentas altas envían a sus hijos a las escuelas privadas, en su mayoría, mientras que las familias de rentas medias y bajas los envían a escuelas públicas, donde se concentran los hijos de familias pobres o media baja.

Por otro lado,  se gestiona el sistema educativo para perpetuar una clase trabajadora dócil y aleccionada en la obediencia. Ya desde pequeños nos enseñan que hay una persona que manda, ya sea el docente o el empresario, y muchas que deben obedecer, el alumnado o los trabajadores. El que no se amolde a estas reglas impuestas será castigado o marginado. De esta manera, el sistema educativo actual nos enseña a obedecer sin criticar y pensar por nosotros mismos. Una enseñanza que nos moldea para que encajemos sin chirriar, como piezas de una maquinaria bien engrasada, en un sistema productivo injusto y explotador del ser humano y su medioambiente.

Además, el sistema educativo está diseñado para perpetuar las diferencias sociales. Solo hace falta analizar los datos. Los alumnos de padres sin estudios tienen 20 veces más riesgo de fracaso escolar que los de padres con estudios: un 40% frente a un 2%.

El resultado del sistema educativo actual es que la inmensa mayoría de los estudiantes de centros de secundaria hijos de trabajadores de bajo poder adquisitivo, no llegan a la Universidad y muchos abandonan los estudios antes de obtener un grado escolar.

Los investigadores del informe PISA han llegado a la conclusión de que la variabilidad observada entre centros educativos en las pruebas de lectura está asociada en un 50% a las características del estudiante, muy particularmente, a su estatus socioeconómico. En este contexto, los estudiantes frustrados de los barrios obreros se convierten en mano de obra barata para sectores tan volátiles y con una altísima precariedad laboral, trabajadores que sufren especialmente crisis económica ya que pueden ser despedidos fácilmente.  En muchos casos, incluso los padres de familias con bajo poder adquisitivo animan a sus hijos a abandonar los estudios y ponerse a trabajar para traer ingresos a la unidad familiar.

Para que éstas y otras acciones sean posibles no cabe duda que hay que aumentar muy mucho la inversión en educación. Los fondos para esta inversión educativa podrían provenir de otras partidas presupuestarias, como la destinada a presupuestos militares, y de una subida de impuestos a las rentas más altas y las grandes empresas.

Tari//

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